La agricultura y ganadería ecológica definen un sistema agrario y ganadero cuyo objetivo fundamental es la obtención de alimentos de máxima calidad, respetando el medio ambiente y conservando la fertilidad de la tierra, mediante la utilización óptima de los recursos naturales, excluyendo el empleo de productos químicos y procurando realizar un desarrollo agrario y ganadero sostenible.
El actual sistema de agricultura industrial basado en el uso intensivo de productos químicos de síntesis, llevado al extremo, degrada la fertilidad natural de los suelos, repercute en un aumento de la intensidad de las sequías, contribuye a la desertificación, contamina los recursos hídricos, promueve la salinización, incrementa la dependencia de fuentes de energía no renovables, destruye los recursos genéticos existentes de flora y fauna, contamina las reservas de alimentos y actúa como agente desestabilizador de los ecosistemas con importantes repercusiones en el cambio climático.
En la agricultura moderna es un objetivo prioritario la obtención de productos agrícolas de calidad y saludables para el consumidor, mediante el empleo de prácticas de cultivo que respeten el medio ambiente. Debe fomentarse, por tanto, la utilización de métodos que, teniendo en cuenta las exigencias de la sociedad, la rentabilidad de los cultivos y la protección del medio ambiente, disminuyan el uso de productos químicos y permitan obtener producciones agrícolas de alta calidad. Existe además la necesidad de incrementar el valor añadido de los productos agrícolas en los mercados, diferenciándolos mediante el uso de etiquetas o marcas que garanticen sus características e informen al consumidor sobre sus cualidades.
El objetivo prioritario sobre el que se sustentan los sistemas de producción ecológica es trabajar con los procesos naturales, no tratar de dominarlos, como suele ocurrir en los sistemas intensivos, y minimizar al máximo el uso de los recursos naturales no renovables tales como el carburante fósil usado en la fabricación de fertilizantes y pesticidas. Por tanto, el nivel de nutrientes del suelo debe mantenerse, en la medida de lo posible, a través del manejo, mediante un reciclado eficiente dentro de la propia granja. La prioridad principal corresponde a la reposición de los nutrientes utilizados en el sistema.
La normativa de la agricultura ecológica se basa en los principios de mejora y aprovechamiento de los ciclos biológicos naturales del suelo, de los cultivos (utilización de la capacidad competitiva de los cultivos y de las poblaciones de predadores naturales de las plagas) y del ganado (funciones del rumen, desarrollo de la inmunidad natural en animales jóvenes, interrupción de las relaciones huésped/patógeno). Además, hace énfasis en optimizar el bienestar animal, evitar la contaminación y mejorar la infraestructura medioambiental de la granja.
La agricultura ecológica, constituye una actividad relevante para el mantenimiento de los agroecosistemas que conviene tener presente dado que no sólo favorece la existencia de un equilibrio entre producción y sostenibilidad a largo plazo sino que actúa también en la creación y el mantenimiento de un tejido económico y social en las zonas marginales, donde la actividad agraria ya no se sustenta por sí sola y acabará por no resultar competitiva.
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